En Persianas Fernández sabemos que unas persianas bien cuidadas pueden acompañarte durante décadas sin perder eficiencia ni atractivo estético. El primer secreto es la limpieza periódica: basta un paño suave ligeramente humedecido con agua templada y unas gotas de jabón neutro para retirar polvo y grasa; evita productos abrasivos o estropajos que rayen las lamas. Conviene secar después con un paño seco para que la humedad no se acumule en los perfiles ni en el cajón. Una vez al año baja completamente la persiana, desmonta el cajón y aspira el interior para prevenir la formación de nidos de insectos y la acumulación de suciedad que puede forzar el motor o la cinta. Revisa también las guías laterales: si notas rozaduras, aplica una fina capa de silicona en spray o vaselina líquida para que el deslizamiento vuelva a ser suave y silencioso. En persianas motorizadas, desconecta antes la corriente y comprueba que el motor sube y baja sin tirones; si oyes ruidos extraños, llama a un técnico antes de que el problema vaya a más. Para las persianas de madera, cada dos o tres años lija levemente y aplica un lasur o barniz adecuado a la intemperie para protegerlas del sol y la humedad. Si son de aluminio, inspecciona el lacado en busca de pequeños desconchones y repáralos con un esmalte específico para evitar la corrosión. Por último, no fuerces nunca la persiana cuando haya viento fuerte ni la dejes medio bajada durante tormentas: la presión puede deformar lamas y ejes. Con estos sencillos hábitos alargarás la vida de tus persianas y mantendrás intacto su poder de aislamiento, su estética y tu confort día tras día.
Categoría: noticias
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